Vista Alegre
En Ílhavo, junto a la ría de Aveiro, en 1824 nació uno de los nombres más reconocidos de la porcelana europea: Vista Alegre, sinónimo de excelencia, tradición y arte de la porcelana portuguesa. No fue solo una fábrica, sino una declaración de intenciones. Se trata de la primera fábrica industrial dedicada a la producción de porcelana en Portugal y una de las más prestigiosas de Europa y el mundo.
El proyecto partió de José Ferreira Pinto Basto, comerciante y terrateniente, que adquirió la antigua Quinta da Ermida y la capilla de Vista Alegre con el propósito de levantar allí una factoría moderna, abierta a la innovación y al comercio internacional.

Foto: CardosoSousa1988 / Wikimedia Commons
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Con el permiso real otorgado por D. João VI, Vista Alegre inició su andadura como una manufactura de loza, vidrio y procesos químicos. Al principio, la porcelana era solo una aspiración: faltaban materiales, técnicas y experiencia. Pero la familia Pinto Basto supo mirar lejos. Enviaron a uno de sus miembros a Sèvres, el gran referente francés, y no tardaron en localizar en Ílhavo un yacimiento de caolín que sería clave para su desarrollo. Cinco años después de su fundación, Vista Alegre fue reconocida como Real Fábrica.
El siglo XIX fue una etapa de consolidación. Sus piezas viajaron a exposiciones universales, vistieron mesas reales y atrajeron la atención de coleccionistas y diseñadores. La firma supo combinar la tradición alfarera portuguesa con una clara vocación técnica y artística. Y lo más importante: creó escuela, formando generaciones de artesanos y contribuyendo al desarrollo económico de toda la región.
En el siglo XX y XXI, Vista Alegre se ha mantenido viva, consciente de su legado pero atenta al presente. Ha trabajado con diseñadores como Siza Vieira, Joana Vasconcelos, Ross Lovegrove o Christian Lacroix, y ha logrado que sus colecciones —como la línea Utopia— se sitúen entre lo más valorado de la porcelana contemporánea.
Más de dos siglos después, la fábrica continúa produciendo en Ílhavo. Su museo conserva más de 30.000 piezas, testimonio de una historia que combina arte, técnica e identidad. Y en 2024, Vista Alegre celebró su bicentenario con nuevas colecciones, exposiciones y un homenaje a quienes hicieron posible este camino.
Hoy, Vista Alegre sigue siendo un emblema de la porcelana portuguesa. Una marca que ha sabido renovarse sin perder su raíz, que exporta a más de 60 países y que demuestra que la excelencia no depende solo del pasado, sino de la capacidad de reinventarse con elegancia.